El mar, elemento de la naturaleza al que se le atribuyen
centenar de sentimientos, desde la nostalgia y la furia, hasta la paz y la
alegría, esto lo sabe muy bien Aníbal Angúlo artista sudcaliforniano que acaba
de presentar su más reciente exposición “volver al mar” que se inauguró el
pasado sábado 24 de agosto en la galería de arte Agustín Olachea, el evento (al
que tuve el placer de asistir) comenzó a las 8:30 de la noche, pero debido a
una confusión llegamos un poco más tarde, fui acompañada de mis amigas Paulina,
María José y Gaby, además de mi hermana menor Shaní después de un rato también
nos acompañó Luis Enrique.
No me sentí muy cómoda al entrar ya que estaba repleto de
gente, pero ya empezando a hacer el recorrido me fui acoplando.
La exposición empieza con un poema de Leonardo Varela
titulado “descenso en las provincias marítimas” este poema está salpicado de
metáforas que hacen alusión a alguien que regresa al mar, es una gran elección
para empezar el recorrido ya que en cierta forma refleja la historia del
artista (de hecho el autor lo escribió exclusivamente para el señor Angúlo), te
atrapa y te introduce dentro de un nuevo universo imaginario creado por los
sentimientos del artista y plasmado en este pequeño salón antes de poder
apreciar lo que viene enseguida, este poema es la introducción, la arena que te
pica antes de poder disfrutar del refrescante toque de las olas.
Esta exposición consta de 27 fotografías, la primera transmite
una sensación de calma y quietud, con tonalidades frías, refleja unas rocas en
el mar quieto, de la cuarta a la número once se muestran fotografías tomadas en
el atardecer donde se aprecian sus colores reflejados en la superficie del agua
y el sol da un efecto de fuego sobre las olas que aparentan haber sido hechas a pincelazos
blancos y morados.
Avanzando un poco más veo unas fotografías de la estela y
unas gotas de agua que debieron haber sido tomadas con una buena técnica ya que
el movimiento no desenfoca el agua, y todo se aprecia con mucha claridad.
La última parte de las fotografías están tomadas en
tonalidades sepia lo que le da un toque de nostalgia, y tienen además otra cosa
en común, todas estas se centran en el humano y el mar (cuando las pasadas eran
solo de las olas y las rocas), se puede apreciar una en donde están unas
huellas sobre la arena, otra de unos niños jugando en el mar, pero mi favorita
de estas es la del muelle de la paz, pues está capturada con tanta claridad y
delicadeza, los rayos se reflejan perfectamente sobre las tablas húmedas y crean un ambiente nostálgico, un ambiente como el
que podríamos mirar en algún sueño, da la impresión de que con un solo suspiro
o soplo de viento puede esfumarse, como una ilusión
Cabe destacar que bajo ciertas fotografías había escritas
algunas frases que completaban el significado de la mismas, mi favorita es la
numero 11 “Y me hundí en abismos de espuma, bajo el asombro unánime de las
estrellas”.
Pasando a la parte de las esculturas, (eran 14) realmente me gustaron aunque me parecieron muy
similares, todas tenían su toque especial, todas eran exentas, hechas de coral,
madera, metal, y algas, la gama de colores que podíamos apreciar eran marrón,
cobre, beige, blanco y verde seco, aunque el nombre de las esculturas estuviera
“hueco” (así lo dijo el artista) los colores me supieron a oxido y sal, sabor a
nostalgia, de hecho creo que “nostálgico” es el adjetivo que más he utilizado
hasta el momento ya que si tuviera que describir esta exposición con una
palabra sería esta, porque es una palabra que engloba la intención del autor y
la transmite con verdadera nitidez en cada una de sus obras.
Al final del evento tuve el placer
de hablar con el señor Aníbal (el artista) de 70 años, vivió toda su juventud
aquí cerca del mar, a los 25 años se fue a México a vivir y regreso cuando
había cumplido los 50, y basado en esa experiencia, se inspiró para crear estas
obras, basado en su regreso al mar.
Indudablemente creo que es un
evento de calidad y además me pareció algo muy bello y profundo, pocas veces he
visitado una galería de arte y estaba tan concentrada en las fotografías que
incluso tropecé con un pobre señor, pero en fin, disfruté mucho de esta exposición,
si pudiera cambiar algo yo creo que sería el tamaño del lugar, ya que entre
tanta gente apretada era difícil contemplar a gusto las obras, además cuidar de
la ortografía de las frases, pero en general, me gustó mucho, sobre todo porque
me hizo ver, sentir y respirar la esencia del mar y sobre todo la esencia de
una historia impregnada de cariño y sal.
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